jueves, 7 de marzo de 2013

Oz: El Poderoso (Oz: The Great and Powerful)

Año: 2013.
Género: Aventuras.
País: Estados Unidos.
Duración: 130 minutos.
Dirección: Sam Raimi.
Intérpretes: James Franco, Mila Kunis Rachel Weisz, Michelle Williams, Zack Braff, Bill Cobbs, Joey King.


"Cuando Oscar Diggs, un mago de circo de poca monta con un dudoso sentido de la ética, es arrojado desde la polvorienta Kansas hacia la apasionante Tierra de Oz, está convencido de haberse sacado la lotería – fama y fortuna eternas. Pero pronto conoce a tres brujas, Theodora, Evanora y Glinda, que no están tan seguras de que él sea el gran mago que todos esperan. A regañadientes, Oscar deberá enfrentarse con los problemas épicos que le presentan la Tierra de Oz y sus habitantes, y tendrá que descubrir quiénes son los buenos y quiénes son los malos antes de que sea demasiado tarde. Con sus conocimientos del arte de la magia, que incluyen ilusión, ingenuidad y un poco de hechicería, Oscar se transformará no sólo en el poderoso Mago de Oz sino también en un hombre mejor."

Sam Raimi dejó sin esperanzas a muchos luego de finiquitar la saga Spider-Man con la malograda tercera entrega, pero años después resurgiría en el horror con la impresionante Drag Me to Hell; tras su regreso a la gloria, se tomó su tiempo para encontrar un proyecto nuevo que dirigir - en el camino se puso a producir una reimaginación de su clásico The Evil Dead - pero finalmente fue el elegido de Disney para darle un nuevo giro a la historia favorita de todos y así crear Oz: The Great and Powerful, una cálida y amena historia apta para toda la familia suculenta en personajes extravagantes y amistosos, brujas malvadas y moralejas varias.

 Si hay algo por lo que empezar a remarcar de Oz es su evidente comparación con la Alice de Tim Burton; la compañía productora es Disney, por lo cual el estilo de ambas propuestas es el mismo, pero desde dos ópticas directoriales diferentes. Personalmente, generé más empatía con los personajes de Oz que con los de Alice, por el simple hecho de que su historia es menos enrevesada y concreta que la fantasía desequilibrada de Burton.

 Hace una precuela de una de las historias infantiles más adoradas de todos los tiempos y jugar contra el recuerdo de la adaptación fílmica de 1939 fue una apuesta arriesgada, pero teniendo en cuenta el resultado final, estoy contento de que se hayan lanzado al vacío creando una historia entrañable, pero que sólo sirve para satisfacer al niño interior que anhela volver a las mágicas tierras de Oz. El guión de Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire es muy claro al respecto y apunta a una historia con personajes arquetípicos en donde los villanos son malos malos y los buenos, extremadamente buenos.

Confieso que solo sé lo básico de la obra de L. Frank Baum, y que nunca vi la película original, así que entré con la cabeza fresca a Oz, habiendo consumido el trailer oficial y generado bastante expectativa ante tan lujurioso proyecto. Mis expectativas fueron cumplidas de manera moderada, porque siempre espero la película de fantasía que acabe con todas y me llevo un chasco, pero entendí enseguida que en esta ocasión la sutileza e infantilidad del film le van como anillo al dedo al espíritu de la saga. Personajes como el mono alado Finley o la delicada muñeca de porcelana buscan suplir el aparto de secundarios autóctonos de Oz, y cumplen su cometido, pero dudo que se conviertan en imágenes de culto como el Espantapájaros o el Hombre de Lata.


  Ya adentrados en debate, ciertas elecciones de Raimi me agradaron mucho, como empezar con un largo prólogo en blanco y negro y formato 4:3 para luego transpasar a la tierra fantástica a colores vivos y 16:9 (como bien pueden apreciarlo en el trailer, pero en la sala se siente más expansivo) o bien el manejo de la historia, que se toma su tiempo en comenzar pero que tiene unos de los conflictos finales más estilumantes en años, en donde una batalla épica por el control no sólo significa huestes de guerreros y muertes, sino que todo se resuelve mediante la astucia, y un poco de magia. Técnicamente es imposible reprochar algo de un producto mastodóntico en donde lo digital ocupa el %95 de la pantalla, aunque tanta digitalización crea un vacío importante en el cual el ojo intenta todo el tiempo diferenciar qué es real y qué es pantalla verde; por momentos estos detalles quedan en total evidencia, y alejan un poco al espectador. En lo que respecta al 3D, es uno de los pocos productos que se comparan a grandes tanques que han destacado en este apartado, donde la profundidad genera un delicado contraste, y aún cuando objetos traspasan la pantalla, no se sienten tan forzados o falsos, si vamos al caso.

 Oz no funcionaría si no fuese por su extraordinario elenco de estrellas jóvenes consagradas. En el epicentro se encuentra el mago prestidigitador compuesto con gracia por James Franco, quien tiene lo que necesita para manejar una franquicia pero como galán irresistible no puede hacer nada - y eso que lo atacan hermosuras de la talla de Mila Kunis, Michelle Williams ó la madura Rachel Weisz-. Simplemente no le creo esa faceta de amador, y con Kunis tienen una química de mejores amigos gays, con Williams de amigos de toda la infancia y es inverosímil al lado de Weisz. Por separado, las féminas aportan diferentes ángulos con sus tres brujas: Mila está correcta pero tiene un cambio de actitud a la mitad de la película que le exige sobreactuar, algo que no se le hace natural, Michelle es puro amor y bondad - nació para estos papeles -  y Rachel se enfrenta con altura a un personaje extraño para ella: el de la villana solapada de turno.

 Oz, The Great and Powerful es divertida, bella y cariñosa. Es un producto Disney con todas las letras, entiende a quien va dirigida, y no apunta a generar epicicidad con grandes combates finales o un giro oscuro en su historia, sino que es amable y un regocijo para los ojos.


Calificación: B

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